Entre cuentos y encuentros
Exposición de ArchivOlares – Archivo sonoro y visual de la música venezolana.
ABRA Caracas, Diciembre 2017
“Expresión
del pueblo
y su territorio”
ACERCA
ArchivOlares fue creado en el 2013 con el fin de difundir y mantener viva la riqueza y sabiduría de un archivo de música tradicional de Venezuela, que registró Oswaldo Lares durante sus viajes por el país entre 1960 – 1980.
Nuestro objetivo es explorar nuevas formas para la gestión del archivo; un archivo proactivo y vivo, abierto a que sea abordado de diversas formas interdisciplinarias con el fin de poder compartir el contenido de este importante patrimonio cultural.
ArchivOlares fue creado en el 2013 con el fin de difundir y mantener viva la riqueza y sabiduría de un archivo de música tradicional de Venezuela, que registró Oswaldo Lares durante sus viajes por el país entre 1960 – 1980.
Nuestro objetivo es explorar nuevas formas para la gestión del archivo; un archivo proactivo y vivo, abierto a que sea abordado de diversas formas interdisciplinarias con el fin de poder compartir el contenido de este importante patrimonio cultural.
CONTEXTO
Oswaldo Lares: El custodio sagrado de los recuerdos
Desde que se hizo evidente el impulso gregario de la horda, la memoria del grupo adquirió rango sagrado. Uno privilegiado, ése sobre quién recaía la responsabilidad de darle sentido de actualidad a un pasado productor de continuidad. Otra forma más de enfrentar el terror a la muerte, que también, a veces, es colectiva. El recuerdo concretado en objetos llenos de aura; imágenes, sonidos, testimonios, y la misma experiencia del grupo que se va sumando, en dinámicas que no son meramente acumulativas, sino resignificantes.
Oswaldo Lares ha tenido las condiciones ideales para ese rol entre nosotros. Cultura, en el sentido más amplio del saber discrecional; pasión de coleccionista, que aspira la totalidad inabarcable de lo posible; sensibilidad del artista, que sabe de transmutaciones y que es capaz del gesto de la belleza inédita; entrega y generosidad a una labor nunca realmente retribuida. En fin, la oportunidad de una larga travesía que le ha permitido expresar y ordenar su propias conquistas. Y nunca se dejó condicionar por instituciones públicas o privadas, políticas o comerciales, porque no esperaba nada a cambio, y esto le otorgó lo grato de la libertad, sin la cual el camino hubiera sido otro, siempre otro.
Heredero directo, entre otros, de Juan Liscano, poeta y folklorólogo, quien supo que la tradición era una fiesta, e hizo de la diversidad una nación siempre posible; y de Fredy Reyna, concertista de cuatro y coleccionista de colecciones, su primer maestro de arte, que lo inició en el misterio de las cosas fundamentales, que sólo tiene valor en sí mismas.
Además, ha estado atento a las posibilidades técnicas del recuerdo. Interesado por los mecanismos técnicos de conservación, recorrió el país para ubicar y recoger él mismo la huella de manifestaciones populares y tradicionales; grabar, filmar, fotografiar, hacer entrevistas a personajes y cultores, aprender de ellos directamente, para luego transmitirlo con sus propias manos, o transformarlo en discos, libros, darlo a conocer por los medios de comunicación. Definitivamente, ha mezclado la oportunidad misma de su vida con el camino de la tribu.
Ojalá sepamos agradecer la trascendencia de su esfuerzo, excepcional y necesario, en medio de tanto vacío, tanta banalidad y meras apariencias, que confunden lo que podríamos ser. Oswaldo Lares y su mundo de paz y conciliación, de creación y sorpresa, es lo mejor del nuestro compartido. Atesorados, sueños como el suyo nos permitirán rescatarnos, buscarnos para construirnos, definitivamente, cuando llegue el momento de ser entre todos.
Alejandro Bruzual
Caracas, 2017
Oswaldo Lares: El custodio sagrado de los recuerdos
Desde que se hizo evidente el impulso gregario de la horda, la memoria del grupo adquirió rango sagrado. Uno privilegiado, ése sobre quién recaía la responsabilidad de darle sentido de actualidad a un pasado productor de continuidad. Otra forma más de enfrentar el terror a la muerte, que también, a veces, es colectiva. El recuerdo concretado en objetos llenos de aura; imágenes, sonidos, testimonios, y la misma experiencia del grupo que se va sumando, en dinámicas que no son meramente acumulativas, sino resignificantes.
Oswaldo Lares ha tenido las condiciones ideales para ese rol entre nosotros. Cultura, en el sentido más amplio del saber discrecional; pasión de coleccionista, que aspira la totalidad inabarcable de lo posible; sensibilidad del artista, que sabe de transmutaciones y que es capaz del gesto de la belleza inédita; entrega y generosidad a una labor nunca realmente retribuida. En fin, la oportunidad de una larga travesía que le ha permitido expresar y ordenar su propias conquistas. Y nunca se dejó condicionar por instituciones públicas o privadas, políticas o comerciales, porque no esperaba nada a cambio, y esto le otorgó lo grato de la libertad, sin la cual el camino hubiera sido otro, siempre otro.
Heredero directo, entre otros, de Juan Liscano, poeta y folklorólogo, quien supo que la tradición era una fiesta, e hizo de la diversidad una nación siempre posible; y de Fredy Reyna, concertista de cuatro y coleccionista de colecciones, su primer maestro de arte, que lo inició en el misterio de las cosas fundamentales, que sólo tiene valor en sí mismas.
Además, ha estado atento a las posibilidades técnicas del recuerdo. Interesado por los mecanismos técnicos de conservación, recorrió el país para ubicar y recoger él mismo la huella de manifestaciones populares y tradicionales; grabar, filmar, fotografiar, hacer entrevistas a personajes y cultores, aprender de ellos directamente, para luego transmitirlo con sus propias manos, o transformarlo en discos, libros, darlo a conocer por los medios de comunicación. Definitivamente, ha mezclado la oportunidad misma de su vida con el camino de la tribu.
Ojalá sepamos agradecer la trascendencia de su esfuerzo, excepcional y necesario, en medio de tanto vacío, tanta banalidad y meras apariencias, que confunden lo que podríamos ser. Oswaldo Lares y su mundo de paz y conciliación, de creación y sorpresa, es lo mejor del nuestro compartido. Atesorados, sueños como el suyo nos permitirán rescatarnos, buscarnos para construirnos, definitivamente, cuando llegue el momento de ser entre todos.
Alejandro Bruzual
Caracas, 2017
PROYECTOS
ARCHIVO
RADIO
Después de darlos por perdidos o dañados por el tiempo y la falta de mantenimiento, en una visita al archivo audiovisual de la Biblioteca Nacional de Venezuela en el 2016 Oswaldo se reencuentra con casi la totalidad de los programas que produjo para la Radio Nacional de Venezuela entre 1972 y 1989 y que llevaron como título “La Revuelta” y “Música de Venezuela y el Continente”.